Torres de medianoche by Jordan Robert

Torres de medianoche by Jordan Robert

autor:Jordan, Robert [Jordan, Robert]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 2010-11-13T23:00:00+00:00


CAPÍTULO 28

Anomalías

—¿Qué planeas, esposo? —preguntó Faile.

Se encontraban de vuelta en su tienda tras el parlamento con los Capas Blancas. Las decisiones que había tomado Perrin habían sido una sorpresa muy estimulante para ella, aunque también perturbadora. Él se quitó la capa, pensativo.

—Olfateé algo extraño en el aire, Faile. Algo que no había olido nunca —dijo Perrin. Vaciló y la miró de soslayo—. No hay lobos.

—¿No hay lobos? —se extrañó.

—No percibo a ninguno por aquí. Antes había algunos, pero ahora se han marchado —respondió Perrin.

—Dijiste que no les gustaba estar cerca de los humanos.

Su esposo se quitó la camisa dejando al aire el musculoso torso cubierto de rizoso vello.

—Hoy no hay apenas pájaros. En el monte bajo casi no hay animales. Así la Luz abrase ese cielo oscuro. ¿Es el causante de esto o se debe a otra cosa? —Suspiró y se sentó en el camastro de campaña.

—¿Vas a ir... allí? —le preguntó.

—Pasa algo malo —reiteró Perrin—, tengo que descubrir todo lo que pueda antes del juicio y tal vez encuentre respuestas en el Sueño del Lobo.

El juicio.

"Perrin, no me gusta esto".

—Estás enfadada por lo de Maighdin.

—Pues claro que estoy enfadada con ella —contestó.

Habían pasado juntas la dura experiencia de Malden, ¿y esa mujer no le había dicho que era la reina del puñetero Andor? Eso la dejaba a ella como una necia, como un fanfarrón de tres al cuarto que hiciera gala de su destreza con la espada delante de un maestro espadachín que iba de paso por su villorrio.

—Ignoraba si podía confiar en nosotros —razonó Perrin—. Al parecer huía de uno de los Renegados. Yo también habría fingido ser otra persona.

Lo fulminó con la mirada.

—No me mires así —le pidió su esposo—. No actuó de ese modo para hacerte quedar mal, Faile. Tenía sus razones. Déjalo estar.

Se sintió mejor al oírle hablar así; era muy agradable que él se mostrara firme e hiciera valer sus argumentos.

—En fin, me pregunto quién resultará ser Lini. ¿Alguna soberana seanchan? —bromeó—. Y maese Gill, ¿el rey de Arad Doman disfrazado?

—Imagino que son sus acompañantes —contestó él con una sonrisa—. Al menos Gill es quien afirma ser. A Balwer le va a dar un patatús por no haberlos desenmascarado.

—Apuesto a que se lo imaginó —opinó Faile mientras se arrodillaba junto a él—. Perrin, hablaba en serio respecto a lo de este juicio. Estoy preocupada.

—No dejaré que me prendan —afirmó él—. Sólo dije que me sometería a un juicio y les daría la oportunidad de presentar pruebas.

—Entonces, ¿para qué todo esto?

—Me da más tiempo para pensar y quizás evite tener que matarlos. Su jefe, Damodred... Hay algo en él que huele mejor que muchos de los otros. No está exaltado por la cólera o el odio. Y así conseguiré que nos entreguen a los nuestros y que me permitan presentar mi defensa. Es satisfactorio que uno tenga la opción de dar su versión de los hechos. Tal vez eso es lo que he necesitado todo este tiempo.

—Bien, de acuerdo. Pero, en el futuro, te pido que consideres la idea de ponerme al corriente de lo que planeas, por favor —le pidió.



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